martes

El mejor regalo, una sesión de fotos en familia


Hoy os traigo una sesión de fotos familiar que fue el resultado de un bono regalo. Los fotógrafos no sólo hacemos fotografías: ponemos algo de nosotros (llámese estilo, llámese formación, llámese background, llámese alma) en cada foto. Por eso cada uno es distinto al otro. Si seleccionas a unos cuantos fotógrafos de Madrid, por ejemplo, y les pides que hagan un reportaje a una misma familia cada uno entregará un resultado diferente. Y por eso me encanta cuando me eligen como regalo, ¡es increíble sentir que te buscan para algo tan especial! Hoy día tenemos de todo (¡pero de todo!) y sin embargo fotos buenas de nuestra familia tenemos bien pocas... Acabamos haciéndolas con el móvil y guardándolas ahí mismo hasta que un día se estropea el teléfono y desaparecen. O con suerte las guardamos en un ordenador, o en un disco duro hasta que caen en el olvido y no las volvemos a ver. ¿Por qué tenemos 10 vaqueros casi iguales y no 10 álbumes bonitos de nuestra familia? Para mí quien regala bonos fotográficos es alguien especial. Y en mi caso por suerte cada vez me los piden más y eso me alegra un montón.

El caso es que estas fotos de familia surgieron precisamente así. Cuando nació Nicolás su tía pensó que el bebé ya tendría suficientes ropitas, cachivaches y juguetitos y decidió regalarle una sesión de fotos, a él y a sus padres, claro. Cuando de mayor vean las fotos, impresas en un maravilloso papel de algodón, las seguirán disfrutando y les traerán muchos recuerdos. Es un regalo que dura y nunca caduca, porque ahora lo disfrutan sus padres, sus abuelos... y luego lo disfrutarán sus hijos, y después sus nietos... En fin, que no tiene precio.



Este tipo de sesiones me gusta que sea lo más "limpia" posible para que no pase de moda y porque se centra en los gestos, en las relaciones familiares y, por supuesto, en este caso, en las lorcitas de Nicolás.



Su hermano Javier, que es un auténtico bombón con esos ojazos marrones, está en ese momento de rey destronado.


Necesita sus mimos en exclusiva, así que también los tuvo durante la sesión.





Pero a mí me ganan las fotografías del pequeño Nicolás con sus papás. ¿Cómo se puede tener tanto amor en un cuerpo tan pequeño? ¡Cómo les mira! es que derrite a cualquiera. Es tan gracioso... ¡para comérselo!





Espero que os haya gustado y aprovecho para recordaros que este sábado comenzamos con las sesiones de Navidad. ¿Hay un regalo mejor? Ya sabéis mi opinión jeje. Si estáis interesados sólo tenéis que escribirme a: info@ruthzabalza.com

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