El caso es que estas fotos de familia surgieron precisamente así. Cuando nació Nicolás su tía pensó que el bebé ya tendría suficientes ropitas, cachivaches y juguetitos y decidió regalarle una sesión de fotos, a él y a sus padres, claro. Cuando de mayor vean las fotos, impresas en un maravilloso papel de algodón, las seguirán disfrutando y les traerán muchos recuerdos. Es un regalo que dura y nunca caduca, porque ahora lo disfrutan sus padres, sus abuelos... y luego lo disfrutarán sus hijos, y después sus nietos... En fin, que no tiene precio.
Este tipo de sesiones me gusta que sea lo más "limpia" posible para que no pase de moda y porque se centra en los gestos, en las relaciones familiares y, por supuesto, en este caso, en las lorcitas de Nicolás.
Su hermano Javier, que es un auténtico bombón con esos ojazos marrones, está en ese momento de rey destronado.
Necesita sus mimos en exclusiva, así que también los tuvo durante la sesión.
Pero a mí me ganan las fotografías del pequeño Nicolás con sus papás. ¿Cómo se puede tener tanto amor en un cuerpo tan pequeño? ¡Cómo les mira! es que derrite a cualquiera. Es tan gracioso... ¡para comérselo!
Espero que os haya gustado y aprovecho para recordaros que este sábado comenzamos con las sesiones de Navidad. ¿Hay un regalo mejor? Ya sabéis mi opinión jeje. Si estáis interesados sólo tenéis que escribirme a: info@ruthzabalza.com
0 comentarios:
Publicar un comentario